
por allá, las medias disparadas, y algo más lejos
en la otra punta de la alfombra los dos
zapatos altísimos sin nadie muertos de amor.
Gonzalo Rojas
Pisada en punta de dedo por la piel,
largo pivotar el paso obseno
clava apuntando el monte carnicero
sangre de barrial avivado en vino
cascada en la garganta del elixir fresco
y nuevo.
Los ojos ya palparon lo real de tu
tac, toc, tac, toc...
la nalguita taconeando pasos
por el fondo del salón
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